La transformación digital y las nuevas tecnologías han supuesto toda una revolución para el comercio internacional… Una vez que se decide abarcar nuevos mercados, extrapolar las ventas de un ecommerce a otros países no supone ninguna dificultad.
Eso sí, para realizar un correcto proceso de expansión de un negocio de este tipo, es clave proceder primero a la traducción de los contenidos para lograr una comunicación global.
En este sentido, -y aunque las tendencias y comportamientos cambian en cada país- para obtener nuevas versiones de una tienda online en otras lenguas es necesario tener claro qué elementos deben traducirse:
La imagen de marca de cara a los clientes potenciales es importantísima para que estos se decidan a formalizar la compra de los productos o servicios que ofrece una tienda electrónica. Por este motivo, se hace indispensable tener bien traducido a todos los idiomas las secciones de Historia, Quiénes somos, Equipo; y por supuesto, los datos de contacto.
Los contenidos que engloba el catálogo del ecommerce hay que traducirlos de principio a fin, pero mostrar un especial cuidado con el nombre de los productos y servicios, su descripción, el precio, la disponibilidad y las condiciones y garantías.
Se trata de lo más importante para una tienda online, ya que cuantas más ventas cierre a través de ese proceso de compra, mayor será su rentabilidad. Por tanto, es muy importante traducir adecuadamente todas las fases del proceso de compra: desde el cambio de divisas hasta el resumen del pedido, las condiciones de envío y la factura. De esta forma, se guía al consumidor hasta el final de la compra evitando las dudas y confusiones que, de otra manera, podría plantear el idioma.
Conviene que tanto la política de privacidad como la política cookies, el aviso legal y las condiciones de uso estén traducidas en todos los idiomas de los países en los que va a estar presente el negocio electrónico.
Las imágenes, los vídeos de los productos, los logos y los banners tampoco se pueden dejar de lado… No obstante, para traducirlos primero hay que exportarlos en un formato adecuado para ello: HTML, XLIFF, XLM, CSV, etcétera. No hay que olvidarse de las URLS y las etiquetas de las páginas, ya que de lo contrario podría afectar al posicionamiento de la página web.
En cuanto a las malas prácticas de traducción de un ecommerce, cabe destacar los siguientes errores:
Si todavía no tienes claro por dónde empezar con la traducción de los contenidos, siempre puedes contratar metodologías, herramientas y profesionales de Internacionalización, Localización y Traducción (GILT). Así conseguirás que las versiones por idiomas sean de calidad y podrás emprender tus acciones comerciales en la lengua de los mercados elegidos para desarrollar ese crecimiento internacional del ecommerce.